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Fiestas de la Loza El Carmen de Viboral y la conciencia de su identidad

Periódico Juventud. Año 1. Nro.8. 3 noviembre 1947.
Periódico Juventud. Año 1. Nro.8. 3 noviembre 1947.

“Yo pregunto: En qué se come la mazamorra? En qué se toma la miel del dulce? En qué se comen los frijoles? En qué se toma el café, aunque sea “Café la Bastilla”, sino en vajillas de loza? Entonces por qué no dedicar un día para la celebración de esta simpatiquísima fiesta, que lo es tan regional como la del maíz, del frijol, del café y de la panela? Quién es el que puede fumar un cigarrillo sin tener fósforo para prenderlo? Verdad que ninguno?

 

Entonces, quién puede tomarse una mazamorra sin tener una taza de loza para echarla? Quién se toma un tinto en el termo, sino en un pocillo de Ioza? Quién se podrá comer unos frijoles verdes con tocino o sin tocino, si no tiene un plato de loza grande de los que fabrican en el Carmen de V.? Verdad que nadie podrá hacer esto?, […].” [1]


Es muy claro que, con el paso del tiempo, todo cambia, se transforma, ya sea, o hasta el punto en que pueda perder parte o todo su brillo, o, muy al contrario, hasta que apenas notamos que le pasa el tiempo, pues se legitima y afirma con mayor impulso y contundencia en una nueva y renovada lucidez.


En El Carmen de Viboral, respecto a las Fiestas de la Loza al parecer vivimos en apariencia con esta pequeña ambivalencia, pues, a la vez que es fácil afirmar que para la mayoría de los carmelitanos las Fiestas de la Loza es un acontecimiento ya habitual, seguramente cada vez más conocido por muchos, instalado en el imaginario social como un acto conmemorativo masivo esperado en el cierre de cada anualidad y de gran despliegue presupuestal, también nos encontramos con la paradoja de preguntarnos si ésta en verdad cumple ahora a cabalidad con su eficacia como ritual, como una celebración en la que se reafirma y fortalece una de nuestras manifestaciones de identidad compartida como lo es la tradición ceramista.

 

¿Qué podrán conservar nuestras actuales Fiestas de la Loza en relación con los objetivos con los que fue pensada en sus comienzos? ¿Cómo poder interpretar las novedosas mutaciones que ha tenido en los años hasta llegar a su presente “actualización”? ¿Cuenta ahora con la capacidad para sostener la realidad colectiva en la que se soportaba y la capacidad de sostener esos principios? Y al final ¿Esto qué tanto nos debería importar?

 

¿Qué tanto sabrá El Carmen de Viboral acerca del origen, la historia y las condiciones en las que se originaron sus tradicionales Fiestas de la Loza? ¿Es un pasado que siquiera vale la pena explorar?

 

Ya sabemos que las fiestas en sí son un rasgo privilegiado de la cultura popular, una celebración que a la vez que permite a las comunidades reafirmarse en ella y consolidar un sentimiento o una idea colectiva, unifica a la misma en un sentido social integrador. Una fiesta es, ante todo, un medio a través del cual un grupo social reafirma su identidad compartida.

 

Creemos que vale la pena, ahora que nos acercamos a reconocer a las mismas formalmente como patrimonio inmaterial local como una manifestación particular en la localidad, empezar a pensar en las coordenadas analíticas que como proceso social comprende y saber a ciencia cierta qué es lo que se debe salvaguardar de la misma. Y quisiéramos a través de este escrito, simplemente aportar algunos datos relevantes encontrados sobre los orígenes de esta valiosa manifestación local. Esperamos puedan contribuir a cimentar los actuales procesos de gestión de ésta a través de sus recientes procesos en gestión normativa [2], y aportar a los futuros análisis respecto al cómo las Fiestas de la Loza han sido una posibilidad para reafirmar esta identidad compartida, ahora en floreciente desarrollo como es la cultura ceramista de El Carmen de Viboral.

 

Carmelitanos, hijos de la tierra.

 

Podríamos decir que la tierra es el origen a partir del cual cualquier conocimiento y cualquier existencia puede elevarse y cobrar sentido. Nada distinto ha ocurrido con nosotros, este territorio, entre otras cosas, es fruto justamente de eso.

 

Una vez nuestros primeros pobladores carmelitanos lograron dominar en base a un arduo y lento proceso de adaptación a este entorno natural, acumulando experiencias y desarrollando mecanismos para aprovechar al máximo los recursos del medio en que habitaban, fue como se logró consolidar en primer lugar a la agricultura como la actividad económica y laboral que le ofreció tanto reconocimiento y dignidad a esta población, y se consolidó como el gran motor y régimen para facilitar el asentamiento y habitar de este sitio. La agricultura no solo se convirtió así en nuestros comienzos en la actividad más significativa y nuestro primer oficio que se inscribe sobre la tierra carmelitana, sino que ésta describe los primeros paisajes de asentamiento de la ocupación en este territorio.

 

Así pues, una lectura atenta del paisaje tradicional rural de los inicios de este poblado revela el hecho capital de la historia social y económica de que El Carmen de Viboral empiece como una pequeña comunidad agraria.

 

Fue después de estos primeros vínculos existenciales con la tierra a través de la agricultura; con la tierra, con el agua, con los bosques, el paisaje, que posteriormente una nueva manifestación tomó parte de la vida carmelitana y se insertó como una renovada expresión y uno de los capítulos más trascendentes de la historia local que determinaría este poblado para entender su futura espacialización geográfica y una nueva relación con la tierra: la industria cerámica.

 

Asistimos así a un viraje cotidiano que durante décadas transformó la actividad social generada por la interacción del sujeto con su medio y como resultado del trabajo nos reforzamos en el tiempo como territorio ceramista, y con ello a una nueva realidad geográfica, una nueva singularización del espacio y la relación con un entorno al que se suma un renovado símbolo sobre nuestra superficie: Ya no serán solo los paisajes agrícolas y familiares, de parcelas y sementeras, de ganado, cultivos y prados verdes, sino también de chimeneas y vetas de barro, de acequias, y “caminos blancos”, de nuevas relaciones con el espacio, y así con el agua, con el bosque y la misma tierra, las que reconfiguran un nuevo proyecto de habitar en esta cabecera.

 

Serán entonces la agricultura y posteriormente la cerámica los dos sentidos sociales que hilarán nuestra génesis y pilares de nuestra tradición con sus múltiples oficios y relación embrionaria con la tierra, que sustentan nuestro asentamiento y afirmación, al permitir a sus comunidades a partir de sus prácticas hacer de ella nuestra potencia vital. Son estas expresiones y su juego de fuerzas de realidad subsistente, cada una con su intensidad y su amplitud particular en el tiempo, las que han establecido nuestro horizonte mítico y local y nos han definido hasta ahora como carmelitanos y como hijos de la tierra.

 

El Carmen, santuario de la cerámica.

 

[…] “Debemos todos los carmelitanos hacer grande al Carmen, darlo a conocer, y para ello es preciso fijar un día, para celebrar con gran pompa y con vivo entusiasmo la fiesta de la loza. Es necesario por derecho y por deber de todo carmelitano cantar y celebrar con fiesta no solamente los anhelos comunes, las fiestas históricas, sino cantar y muy en alto, el orgullo de sus industrias.

 

Espero de todos mis paisanos la buena acogida a esta humilde iniciativa, pero que no por ser humilde, deja de ser grande y de tener un gran significado en la historia industrial de Colombia. Carmelitanos: haced propaganda para que se celebre la grandiosa fiesta de la loza, Carmelitanos: uníos para la fiesta de la loza. Forasteros: uníos para celebrar la fiesta de la loza, que yo ya estoy unido.” [3]

 

Qué sabemos acerca del cómo se originó nuestra tradicional Fiesta de la Loza, cómo es que se ha consolidado como expresión y reproducción de la identidad colectiva, de qué está cargada esta manifestación cultural, cómo se cimentó su estrategia simbólica.

 

Las Fiestas de la Loza desde su creación han sido un esfuerzo sostenido por consolidar un territorio como El Carmen de Viboral con una visión y una apuesta cultural con una mirada hacia el territorio. No obstante, desde sus inicios ha sido un deseo constante de muchos ciudadanos para que a través de la misma fuese posible generar una vinculación profunda, de igualdad y solidaridad de todos carmelitanos sobre un mismo propósito.

 

Más allá de considerar estas fiestas en función de la apología nostálgica de estilos de vida tradicionales, su nacimiento tuvo otra visión, no procuró idealizar simplemente un mítico pasado a fin de fundamentar identidades presuntamente inmutables, no, sino que lo que buscó desde sus comienzos, fue la posibilidad de reunir y adquirir conciencia de su unidad moral como pueblo artesanal, unidad que incluso en la actualidad sigue siendo una aspiración local.

 

Revisando alguna bibliografía, prensa de la poca existente, Periódico Juventud, encontramos una valiosa gestión de este en el que ya para los años de 1947 se expresaba contundentemente la solicitud ciudadana de inaugurar esta celebración.

 

“Es necesario que todo pueblo por pequeño que sea, o pobre que lo sea, celebre cada año la fiesta de su principal producto.

 

Ahora bien, el Carmen es el primer municipio de Colombia que más produce loza, superior a la de otros municipios. Naturalmente que esto es demasiado imperdonable para nosotros los Carmeños que nos demostremos demasiado esquivos para celebrar esta importante fiesta que es la patrona de esta tierra querida. Si, la loza es indiscutiblemente nuestra Patrona de la Economía, sin la loza el Carmen sería un municipio, que a poco su historia desaparecería.

 

Por fin está próxima a aparecer como la luz del día, no obstante siendo un mandato imperioso el llegar que esta fiesta se imponga como legítimo deber.

 

Ha Ilegado el momento de inundar las calles y plazas, todos en resonante júbilo, a lanzar, como el veinte de julio de 1820 el grito de la independencia; así de este mismo modo el 23, 24 y 25 nosotros, hijos del Carmen por excelencia, a lanzar el grito de gratitud para los industriales brazos obreros, a los comerciantes que en su empeño de engrandecer su terruño, recorren todo el terreno de Colombia exhibiendo los productos elaborados con sumo esmero con materiales de primera calidad.

 

Por eso “Juventud” tribuna del pensamiento carmelitano, enfoca esta moción de gran trascendencia y que a su vez es bien merecida para los industriales formados todos ellos por nobles patricios oriundos del mismo montón del Pueblo quienes a su vez fueron verdaderos modeladores de la arcilla.

 

Carmeños: adelante con la fiesta; ni un paso atrás, siempre adelante.

CARMEÑOS: POR COLOMBIA LIBRE, POR ANTIOQUIA INDUSTRIAL, POR EL CARMEN, PRIMER PRODUCTOR DE LOZA EN LA NACIÓN

PASO DE VENCEDORES

SALVATOR.[4]

 

 

Tuvieron que pasar veintisiete años en la vida local para que por fin se logrará inaugurar el mandato cívico de que se pudieran realizar las primeras Fiestas de la Loza en El Carmen de Viboral.

 

“El Carmen de V. debiera tener un día señalado para celebrar con vivo entusiasmo la fiesta de la loza. Es esta una de las poblaciones más ricas de Colombia en este producto. Son muchas las fábricas que existen ya en aquella población y las cuales se dedican exclusivamente a elaborar loza. Dichas empresas ocupan no menos de 1.500 obreros, los cuales son todos de esa población. La única y principal industria del Carmen es la industria cerámica. Al Carmen lo pudiéramos llamar el emporio de la loza, ya que con las lozas que producen las fabricas de aquella población, se surte la mayor parte de los capitales y poblaciones importantes de la República. Por esta razón es muy justo se le dedique un día de cada año, para celebrar la fiesta de la “loza”. Si no fuere posible señalar un día de cada año para la celebración de dicha fiesta, entonces, que se señale siquiera uno del próximo año de 1948, para ver si por vez primera por última, se ve celebrada en el Carmen de V. la fiesta de la “loza”, que podría ser tan simpática como cualquiera otra.”[5]

 

1974. Primer festival de la loza “Fiesta Artesanal, Agrícola de la Loza”

 


Será en el año 1974 que se realiza por primera vez la “Fiesta Artesanal, Agrícola de La Loza” en El Carmen de Viboral, una celebración pensada para dar a “conocer nuestros valores industriales, agrícolas, artesanales, culturales, deportivos, etc.” así lo registra la “Revista El Carmen de Viboral”, Revista apolítica de interés cultural y cívico fundada por el señor Enrique Munera Giraldo. Fueron justamente sus primeras ediciones, escritos dedicados al “primer festival de la loza” y a la segunda “Fiesta Artesanal, Agrícola de La Loza”.

 

Dos ediciones dedicadas en la que describe el florecimiento de la industria cerámica, sus personajes y reconoce la ascendencia agrícola del municipio. Así lo expresa en la presentación de la “Revista El Carmen de Viboral” N°. 2 de 1975:

 

“Estamos celebrando otra fiesta en El Carmen de Viboral. Una semana cívica y patriótica.

 

Se trata de mostrar la producción de cerámica, ya tradicional para nosotros, complemento eficaz de nuestra economía. Se trata también de exhibir los productos agrícolas propios de la región.

 

Se trata, asimismo, de exaltar la labor diaria y fecunda del agricultor; el trabajo del ceramista, siempre en ascenso de productividad, de belleza unitaria, de artesanía comercial y artística, ahora con caracteres estimulantes comerciales de ámbito nacional.

 

Se trata de exhibirnos como carmelitanos, como amantes del terruño; amantes de nuestros barros, de nuestro suelo, de nuestra topografía, de nuestro paisaje, de nuestra historia y tradición, y claro está, de nuestro presente y de nuestro futuro, o promisorio o doloroso, en un afán de unidad social y de idiosincrasia definida, o artística o artesanal, o sencilla y al mismo tiempo señorial.”[6]

 

Esta celebración “Las Fiestas de la Loza” se ha concebido desde ese entonces como un momento para festejar la tradición cerámica y campesina de El Carmen de Viboral.


A finales del siglo XIX, como ya ha sido descrito en la historia de nuestro municipio, se instauró la producción de cerámica en El Carmen de Viboral, actividad que se convirtió en un motor importante de la economía hasta parte del siglo XX y que, aunque inició como una propuesta industrial, hoy se consolida como uno de los emblemas artesanales de nuestra nación.

 

Muchas familias encontraron su sustento en esta especial manifestación artesanal, se crearon varios talleres de producción en las casas de los carmelitanos, así como una diversidad de oficios artesanales en su universo productivo, algunos de los cuales hoy permanecen, uno de ellos, el oficio de la decoración que le ha proporcionado el principal rasgo distintivo e identitario a la cerámica carmelitana.

 

Hoy día, nuestra cerámica carmelitana, aunque se ha transformado en el tiempo, aun cuenta con características de producción similares a las de los finales del siglo XIX, actualmente, y después de más de un siglo, se conservan varias de estas prácticas con el surgimiento además de nuevas propuestas por parte de artesanos contemporáneos y con proyectos y manifestaciones conexas como de intervención de nuestra estética urbana.

 

La cerámica carmelitana, está vigente en la memoria de varias generaciones de carmelitanos, especialmente de las familias que hicieron parte de esta historia, que incluye a quienes trabajaron o trabajan en la elaboración de la cerámica y a quienes habitaron las zonas y veredas donde se desarrollaron sus fábricas, como: la zona urbana, Campo Alegre y La Chapa especialmente.

 

La “Revista El Carmen de Viboral” un compendio informativo que abordaba temas cívicos, relatos de los sucesos cotidianos, las crónicas de El Carmen y de sus personajes, e identificaba fechas históricas destacable para realimentar la memoria colectiva de aquellas personas que contribuían con el desarrollo del municipio o de la región logra registrar en sus tomos número 1, 2, y 3 los comienzos de nuestras Fiestas Tradicionales de la “Loza”.


Las Fiestas de la Loza además de ser una gran celebración de nuestra herencia cultural más emblemática, ha sido un proceso de gran valor histórico e importancia municipal, celebración que ha tenido como objetivo conmemorar y exaltar la esencia del ser carmelitano mediante una celebración popular que año a año se genera como espacio de encuentro que congrega a los carmelitanos en una festividad que invita a reconocernos como territorio y a reconocer una sentencia especial que nos identifica, como ya lo mencionábamos, con dos de nuestras grandes herencias como son: la agricultura y fundamentalmente la cerámica.

 

Los carmelitanos hemos sobrevivido, desde tiempos remotos de las posibilidades que nos ofrece el territorio que habitamos, y del cual extraemos y usamos las principales materias primas, alimentos y recursos naturales. Desde las prácticas agropecuarias, hasta la extracción y transformación de materias primas para hacer cerámica, los diversos usos del agua, la tierra y su materialidad nos han definido en muchos más sentidos de los que somos conscientes.

 

Estos saberes entendidos como un arte o prácticas laborales, adquieren la mayor importancia en la manifestación ceramista y su perdurabilidad pues representan el espíritu y legado del portador, y en nuestra tradición agrícola y campesina, la agricultura, como nuestra actividad mayor de este territorio, el arte de cultivar también como práctica cultural y patrimonial.

 

La cerámica de El Carmen ha traspasado la frontera de lo efímero (aquello que se consume y pronto se desecha), porque se conjuga con la experiencia de vida de sus creadores y habla de un territorio concreto, de sus materias primas, de su paisaje y de sus jardines; estás características son inherentes a ella, pero también susceptibles de transformarse, de empezar a contarnos cosas nuevas, de evidenciar otros rasgos particulares del municipio sobre los que aún no hemos volteado la mirada. Su valor pues, se relaciona con la dimensión humana de la obra, aquella que le confiere el artesano y que, en parte, es su interpretación de la cultura del pueblo.

 

Hacernos conscientes de estas características, nos lleva a comprender la importancia de la tradición y de aquellos que la sustentan: los ceramistas. Por esto, vemos necesario abrir caminos para su evaluación y reconocimiento, para ellos un escenario tan promisorio como las Fiestas de la Loza. Entendemos que el sentido de la tradición se encuentra en su apropiación, una que no se limita a un ejercicio de adoración del pasado y, por el contrario, se concibe como una exploración capaz de distinguir su realidad potencial, de diferenciar sus etapas de crecimiento y de afrontar los momentos difíciles, pues solo de esta manera, se la puede mantener viva.

 

En consecuencia, un pueblo reconocido por su carácter artesanal no puede hacer menos que promover la valoración del trabajo que día a día realizan decenas de hombres y mujeres que hacen de su relación con la arcilla, el torno o el pincel, un modo de vida.


Podrían esbozarse más elementos respecto a este origen, como el de los reconocimientos, solo visibles hace unos pocos años a través del reconocimiento a la “Vida y Obra Maestría Ceramista”, en el que esta celebración se permitió como se menciona en la “Revista El Carmen de Viboral” dar reconocimiento a un hombre que “con la colaboración de sus empleados y obreros especializados en las distintas ramas de la cerámica ha cosechado los frutos propios de una integración del personal dedicada al perfeccionamiento de técnicas individualizadas[7] don Alfonso Betancur Vargas [Gerente de Cerámicas Continental Ltda. en su tiempo], de quién a propósito conmemoramos en este año [2024] el centenario de su natalicio en el que se honró y se ofreció gratitud a su memoria.


No obstante, asistimos ahora a una historia que se sigue transformando, y a una tradición que, si bien en sus inicios estuvo restringida al entorno empresarial de una generación a la que se le reconocía una función esencialmente industrial, ahora se reconoce por su trascendencia artesanal y de sus portadores, quienes han sabido recuperar y hacer presente su ascendencia y los saberes patrimoniales del pasado para hacerlos hoy como sus elementos más significativos. El reconocimiento “Vida y Obra Maestría Ceramista” con portadores tan significativos en sus conocimientos, en su vida y obra como reproductores de la identidad de una colectividad a las que ahora reconocemos honrosamente como artesanos y portadores.

 

La ceremonia festiva de las “Fiestas de la Loza” ha procurado en los años reforzar su carácter memorial para servir de soporte de la identidad de los grupos sociales de su tiempo, y de ahí es posible reconocer la relativa estabilidad y permanencia de algunas de sus características que son ajustadas o reinterpretadas por la actual en función de su propia situación. Ha sido en su trayectoria un universo simbólico que ha variado su significado en función de su utilidad, y una celebración que se presta en el tiempo a reinterpretaciones y reutilizaciones. Las Fiestas de la Loza, lejos de agotarse en la pura y simple conservación, su tradición ha estado sujeta a integrar nuevos elementos y excluir otros. La recreación de los valores de la comunidad, de transmisión de contenidos materiales y simbólicos se ha venido actualizando en los años y se ha permitido aislar algunos rasgos de lo que alguna vez fue la cultura tradicional de una comunidad. Las “Fiestas de la Loza” son así una tradición que ha posibilitado conservar la continuidad de ciertos rasgos sociales y culturales, pero a su vez, su contenido se ha modificado en una sociedad sometida a constante cambios.

 

En sus inicios entonces lo que fue nombrado como la “Fiesta Artesanal, Agrícola de la Loza”, muto posteriormente tras varios años a las “Fiesta de la Loza y el Frijol Cargamanto”[8], adaptación lógica en base a considerar la nueva situación resultante del cambio social en la producción agrícola en la localidad y el impulso de un producto emblemático especifico.

 

No será tampoco la última vez que se propongan este tipo de ajustes de “adaptación” y “resignificación” simbólica a las reflexiones culturales del discurso social de las fiestas. Resulta evidente que la función integradora del ritual festivo no es ni unívoca ni unidireccional y está sujeta necesariamente a la identificación con ciertos acontecimientos históricos o legendarios y con sus protagonistas, o la identificación con las relaciones sociales dadas en la época de referencia.

 

Tres años después, en 1995, será el mismo Concejo Municipal, autoridad de la tradición en el ámbito local en términos políticos, quien creará la condecoración “Cargamanto de Oro”[9], la cual consiste en la representación de un fríjol bañado en el respectivo metal pendiente de una cinta café y blanca que representa la bandera del municipio, como emblema de reconocimiento a la vida y obra de aquellos carmelitanos notables del territorio. El “Cargamanto de Oro” se concedía a aquellas personas, naturales o jurídicas cuyos servicios y méritos a la municipalidad fueren considerados como extraordinarios.

 

Ya fueron diez años después [2005], y nuevamente será a través de la misma Corporación Concejo Municipal, que se ajustará este emblema, cambiado por “El Escudo de Oro” [10]. La razón de la derogación del Acuerdo Municipal 037 de 1995, se debió a que la producción del fríjol cargamanto disminuyó, por lo tanto, no representaba tanto la identidad del municipio; esa tarea le correspondería al Escudo de Oro.


Vendrán a nivel jurídico otras disposiciones legales que procuran seguir dándole formalidad a la proyección de las Fiestas de la Loza y su iniciativa de reconocimientos [11], sustentados en esta ocasión en el nuevo florecimiento manifiesto de la cerámica en el territorio carmelitano.


Ya será en fechas recientes, que se renovará el espíritu de este valioso proceso, esta vez gracias a la formulación y gestión del Plan Especial de Salvaguardia [12], proceso que inició formalmente a finales de 2020, y acabó siendo no solo una iniciativa contundente para la dinamización y renovación de las expectativas del sector ceramista, sino también una toma y un llamado de conciencia para una parte del territorio de los problemas más acuciantes que el mismo sector posee y la conservación de una tradición centenaria.


Posteriormente, para agosto de 2024 se dará un nuevo espaldarazo de fortalecimiento a las ahora denominadas “Fiestas de la Loza de El Carmen de Viboral” a través de la voluntad del Concejo Municipal de El Carmen de Viboral, reconociendo no solo éstas, sino otras festividades locales como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio de El Carmen de Viboral, comprometiendo a la administración municipal en las gestiones correspondientes a la elaboración del Plan Especial de Salvaguardia de cada una de las mismas y la suscripción a la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial. [13]


Esperamos que estos procesos y los que se avecinan a fortalecer la reflexión respecto a la gestión de las “Fiestas de la Loza” ayuden a fortalecer el sentimiento de pertenencia, de identidad y la referencia a robustecer los valores y símbolos compartidos por parte de la comunidad local y contribuya a su reproducción, desempeñando funciones integradoras, movilizadoras y esclarecedoras que nos lleve a nuevas cimas de identificación y vivencia colectiva del “nosotros” comunitario y la fundamentación de identidades colectivas no solo para consolidar esa unidad plural que la historia aún sigue reclamando como ciudadanos y ceramistas, sino también en la posibilidad de trascender nuestros propios límites para relacionarnos con el entorno y nos ayude a exorcizar los conflictos, tensiones y rivalidades aún no resueltos que tiene el sector y la ciudadanía y hagamos de las mismas un agente eficaz para su superación mediante fórmulas de transacción festiva.


 

[1] Joaquín E, Gallo G. La Fiesta de la LOZA, en Periódico Juventud. Año 1. Nro. 8. noviembre 4 de 1947. p. 1.


[2] AL momento, contamos con dos instrumentos de norma recientemente aprobados que apuntan a la posibilidad de fortalecer como manifestación conexa de la manifestación Cerámica de El Carmen de Viboral a las fiestas de la Loza El Carmen de Viboral: Estas son, la Resolución 0017 del 17 de enero 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, por la cual se incluye la manifestación Cerámica de El Carmen de Viboral en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional, y se aprueba su Plan Especial de Salvaguardia – PES, reglamentado posteriormente por el Acuerdo Municipal 003 de 2024 – “Por medio del cual se adopta el Plan Especial de Salvaguardia de la Cerámica PES” y el Acuerdo Municipal 006 del 13 de agosto de 2024 - "Por el cual se reconoce como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio de El Carmen de Viboral, Fiestas de La Loza, Celebración del Día del Campesino, Festival Internacional de Teatro -El Gesto Noble-, Carnavalito de Música Andina y Latinoamericana, Festival Viboral Rock -Bandas y Cultura Rock-, Festival de Danzas -Andanzas- y Foro STOA.”


[3] Ibid. Joaquín E, Gallo G. 1947. p. 1.


[4] Ibid. [Salvador Zuluaga] SALVATOR. 1947. p. 1pág. 3, 5.


[5] Ibid. Joaquín E, Gallo G. 1947. p. 1


[6] “Revista El Carmen de Viboral”, Revista apolítica de interés cultural y cívico. Enrique Munera Giraldo. Edición N°. 2 de 1975.


[7] Revista El Carmen de Viboral”, Revista apolítica de interés cultural y cívico. Enrique Munera Giraldo. Edición N°.  de 1974.


[8] Esta transformación además cuenta con una serie de antecedentes que vale mucho la pena poder rastrear respecto a las tensiones históricas existentes durante todo el siglo XX entre los sectores sociales y procesos económicos del territorio. Para mayor información sobre las “Fiesta de la Loza y el Frijol Cargamanto” véase el Acuerdo Municipal 056 del 22 de diciembre de 1991. Por el cual se institucionalizan las Fiestas de la Loza y el Fríjol Cargamanto y de la Clásica Nacional de Ciclismo.  Y el Acuerdo Municipal 015 del 29 de noviembre de 1992. Por el cual se institucionalizan las Fiestas de la Loza y el Fríjol Cargamanto y la Clásica Nacional de Ciclismo, y se conceden unas facultades al Señor Alcalde Municipal.


[9] Acuerdo Municipal 037 junio 14 de 1995. Por el cual se crea una condecoración, se dictan normas acerca de su concesión y se establecen otras disposiciones. Una particularidad de este periodo y una síntesis de la dialéctica entre las tensiones respecto a la tradición que enmarca las Fiestas de la Loza se sustenta justamente en este acontecimiento, ya no será la agricultura representada para ese momento en el frijol cargamanto la que soporta su proceso de “adaptación”, sino la cerámica misma, siendo para la época la alternativa agrícola económica y socialmente más sobresaliente a la vez que la cerámica atraviesa una de las crisis más grandes que ha sufrido en la época.


[10] Acuerdo Municipal 044 septiembre 05 de 2005. Por el cual se crea una condecoración, se dictan normas acerca de su concesión, se establecen disposiciones y se deroga el Acuerdo Municipal 037 de 1995.


[11] Acuerdo Municipal 040 marzo 11 de 2010. Por el cual se promociona y estimula la labor artesanal y ceramista de El Carmen de Viboral y se institucionaliza la fiesta del ceramista y del artesano el seis (6) de diciembre de cada año como municipal.


[12] Resolución 0017 del 17 de enero 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, por la cual se incluye la manifestación Cerámica de El Carmen de Viboral en la lista representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial del ámbito nacional, y se aprueba su Plan Especial de Salvaguardia – PES


[13] Acuerdo Municipal 006 del 13 de agosto de 2024 - "Por el cual se reconoce como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio de El Carmen de Viboral, Fiestas de La Loza, Celebración del Día del Campesino, Festival Internacional de Teatro -El Gesto Noble-, Carnavalito de Música Andina y Latinoamericana, Festival Viboral Rock -Bandas y Cultura Rock-, Festival de Danzas -Andanzas- y Foro STOA.


 

Yeison Castro Trujillo

Centro de Historia de El Carmen de Viboral

Vigía del Patrimonio, El Carmen de Viboral

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