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El Carmen de Viboral y su universo festivo.


A propósito de la reciente voluntad del Concejo Municipal y la Alcaldía de El Carmen de Viboral de afirmar y reconocer por Acuerdo Municipal[1] como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio varios festivales locales, y de la controversia al escuchar voces que argumentan que no todas estas celebraciones propuestas merecen tal reconocimiento, nos hemos venido preguntando y haciendo un par de consideraciones. A continuación, aquí las compartimos.


Cómo y para qué se daría esta propuesta de consolidar varias de nuestras fiestas y festivales como patrimonio cultural local. A qué se debería, y esto finalmente qué representa, en qué se traduce.

 

Muy posiblemente, hay quienes este asunto lo vean natural, considerando que somos un pueblo con una valiosa e intensa vida cultural, nada más obvio dirán. Otros lo señalarán como un hecho indiscutible, considerando todo lo que ocurre en términos económicos y sociales en este pueblo a la hora de celebrar. Tal vez, y posiblemente, un par denuncien el tema como una alcahuetería y digan que deberíamos unir esfuerzos mejor en priorizar los debates de un Concejo Municipal en análisis más esenciales del municipio que el de nuestras festividades.

 

Por qué será que celebramos tanta cosa se dicen algunos, cuál es el origen de tan inagotable fecundidad de festivales en El Carmen de Viboral, a qué se debe este notable “clima festivalero” en el que vivimos, de dónde surge toda esta suerte de liberación transitoria.

 

Seguro varias podrían ser las hipótesis. Podríamos deducir algunas e incluso inventar otras; que tal vez es nuestra forma sensible para abolir la timidez y la distancia entre nosotros mismos, o que en los festivales posiblemente aprendimos a encontrar la ecuación feliz para superar nuestra fobia local y todopoderosa a la vida común y corriente, o podría considerarse llana y simplemente que es nuestra natural y fluida forma de hacer apología a los placeres, la buena vida, la amistad y la paz entre los vecinos que habitamos este territorio. Es probable que estas y otras razones expliquen tan efervescente actitud.

 

Intentemos responder una pregunta simple, ¿Qué sería de El Carmen de Viboral sin sus fiestas y festivales?, ¿qué creen que ocurriría?

 

Los festivales como lugar y como refugio.

 

Ningún ritual con un cierto grado de complejidad puede producirse sin algún tipo de organización. Las fiestas, los festivales, son una suerte de espacio social donde la sociedad se organiza para comulgar consigo misma, un acto ritual de múltiples encuentros marcado por la alegría y por el rompimiento de la rutina, un paréntesis extraordinario de la vida cotidiana, una excepción, un escenario construido en la interacción social que en su base se compone de relaciones sociales diversas, efervescentes, momentáneas, y que se reconocen justamente en su interacción y disputa por la afirmación de algo especial. Los festivales crean símbolos.

 

Ya lo decía Octavio Paz, la fiesta es ante todo el advenimiento de lo insólito, una forma de exposición simbólica del orden social en donde se abren las múltiples posibilidades de expresión de una comunidad, y en la que se permiten generar paisaje tan diversos y desestructurados que estarán siempre en permanente negociación y reconstrucción a la vez que se consolidan en su afirmación.

 

Visto así, para algunos posiblemente el gran acontecimiento podrá ser el Festival Internacional de Teatro El Gesto Noble, para otros el Viboral Rock, habrá quienes consideren más cercano El Carnavalito de Música Andina y Latinoamericana, y seguro quien se sienta más cómodo e identificado con las Fiestas del Campesino. No obstante, al final, en todos los participantes está presente un mismo elemento: el festejo, la fiesta, su significado es unívoco; la celebración, aunque su representación es diversa, de sentidos múltiples, que a la larga terminan teniendo algo común, todas estas celebraciones son un refugio de la identidad.

 

El Carmen de Viboral, goza de un notable proceso cultural y la fortuna de consolidarse como un lugar de referencia constante para la organización de fiestas y festivales, como un territorio de una robusta diversidad que celebra la vida desde distintos objetivos, afirmaciones, tipologías, modos de expresión y espacios disponibles: El Carmen de Viboral se proyecta a sí mismo como territorio, como una unidad con identidad cultural reconocida, pero que adquiere formas diversas de expresión a través del tiempo y del espacio, que ha logrado posicionar su cultura como la base de su identidad social y hacer de esta una construcción comunitaria hasta incorporarla como parte de su patrimonio intangible.

 

Las fiestas y festivales como espacio social y lenguaje colectivo

 

Las fiestas son eso: espacios, sonidos, colores para que las comunidades se entiendan, sitios de significación cultural, su concepción y desarrollo son esencialmente pensados para la mediación de los valores y la experiencia comunitaria, se fundamentan en los imaginarios de la población: las fiestas y festivales populares son una suerte de defensa de las autonomías locales y en el mejor de los casos una manifestación de la heterogeneidad positiva, abierta y de libre personalidad de lo que somos.

 

La cultura debe fungir como un catalizador social, que fomenta la conciencia estética y sobre todo, el libre pensamiento que inspira el contacto con el arte como una función y deber innato y humano. Un festival, deben ser un concepto amplio, representativo, con conciencia, vocación y objetivos, novedoso e incluyente. No es solo una iniciativa de entretenimiento, sino que su mayor importancia radica en que sirva como una plataforma para preservar y promover tradiciones, costumbres y expresiones artísticas únicas, la riqueza cultural de un territorio, una comunidad y la posibilidad para garantizar su transmisión a las futuras generaciones y fomentar el respeto y la valoración de la diversidad cultural en nuestra sociedad.

 

Una fiesta, un festival, es una clara expresión de la identidad de un pueblo por encima de las complejas funciones y significados, ya sean políticos, económicos, sociales, simbólicos.

 

Hay quienes definen a la festividad como un ritual, otros, como una expresión colectiva de la sociedad, como un espacio de socialización, como una forma de ratificar la pertenencia a ese espacio social, o como un hecho social total, y seguro se podría ir más lejos, y considerarlo como una carta de presentación de un sitio o como un producto de exportación, como un lugar privilegiado para mostrar las costumbres, la tradición, o como una máxima expresión de la cultura en cuestión. No obstante, fundamentalmente, en todas estas consideraciones es imprescindible reconocer a las festividades como un lugar de identificación entre las personas y los grupos; es decir, como productora y conservadora de identidad, de un lenguaje colectivo.

 

El concepto del festival ¿Mercancía o patrimonio?

 

Hoy día, en El Carmen de Viboral vemos como la cultura y la identidad asociadas al territorio se revitalizan, no sólo como valores intrínsecos, sino como factores de competitividad regional. Sin embargo, y esta es una de nuestras razones por las cuales consideramos acertada la iniciativa de reconocer como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio algunos festivales locales, es que las transformaciones actuales de los territorios y de las comunidades, exponen una doble acepción de estos, pues a la vez que en la actualidad logran ser un proceso para la afirmación y recreación de las identidades locales, al tiempo se convierten en mercancías culturales y se mediatiza como ofertas para un consumo social.

 

Las fiestas y festivales reproducen en cierto sentido a la sociedad y cumplen una función de salvaguardia, de construcción y vertebración de un conjunto de individuos y, desde luego y sobre todo reafirma las identidades colectivas, pero a su vez, son procesos que están sometidos cada vez más al riesgo a que predominen como espectáculos empresariales por encima de la cultura que procura representar, sometidos más a su comercialización en la práctica que sobre su principio social de aportar a la cohesión, el rescate y difusión de las expresiones culturales y tradiciones populares que le dieron génesis.

 

Los festivales se convierten en espacios de encuentro y celebración, donde la conexión con nuestras identidades nos ayuda a entender quiénes somos y de dónde venimos, a través de la música, el teatro, la danza, la comida y las artesanías, pero por otra parte pueden aparecer como un espectáculo exótico convertido en una atractiva mercancía para el consumo turístico deteriorando potencialmente sus originales formas de reproducción comunitarias y sus valores intrínsecos.

 

Esta ambigüedad en la que se desarrollan este tipo de expresiones culturales ya expone suficientemente un gran argumento del por qué algunas deberíamos considerarlas patrimonio inmaterial: Es importante reconocer, en especial, el carácter dual de los productos culturales como el contraste que aquí expresamos respecto a los festivales, no quisiéramos se interprete que se considere como equivocado la proyección comercial de estos ejercicios, sin embargo, si somos de los que pensamos deberían primar como principios en su orientación su identificación cultural y de cohesión social.

 

¿Manifestaciones en disputa o un patrimonio no patrimonializable?

 

Evidenciada la relación que existe entre los festivales y fiestas con los propios pobladores y/o organizadores, es fácil acercarse a suponer porque pueden ser considerados algunos de estos como manifestaciones de una comunidad con valores inmateriales asociados a un espacio cultural. Ahora, qué ocurre con festivales como Víboral Rock o Andanzas; por qué estos a la vista de algunos no cumplen con los gestos suficientes para tal reconocimiento.

 

Es válido argumentar que no se pueden reconocer simplemente algunas expresiones culturales del municipio como patrimonio, como caprichosamente ya ha ocurrido con otros casos en el país, sin embargo, este no es el caso de los festivales que se acaban de mencionar.

 

Nuestra consideración al respecto es que la lista presentada de los festivales propuestos para que fuesen reconocidos como manifestaciones de nuestro patrimonio inmaterial local tiene unos argumentos bastante contundentes que, aunque se reflejaron en la exposición de motivos, en el debate pudieron profundizarse un poco más para mayor claridad de algunos concejales y de la ciudadanía de la audiencia.

 

  1. La Unesco para nombrar el patrimonio inmaterial recomienda considerar criterios de la manifestación como; la tradición, que esta sea contemporánea y viviente a un mismo tiempo, que sea integradora, representativa, basada en la comunidad. ¿Acaso todos estos festivales no cumplen con estos requisitos? Tan representativo es el Víboral Rock, y el Andanzas que no solo son dos de los festivales que más trayectoria tienen en el municipio, sino que incluso su origen como varios de los demás festivales fue esencialmente civil, ciudadano y adscritos y consolidados durante el proceso por la institucionalidad. Estos proyectos nacieron justamente por comunidades portadoras, como un intento por ampliar las posibilidades de constituir un escenario social para su expresión, un campo de reconocimiento para la comprensión de la misma manifestación justamente.


    Cada una de estas iniciativas cuenta con una historia en su origen sujeta a su realidad, y desde la cual sus elementos han sido representativos y han contribuido a la identidad y formación del carácter de los mismos. Esto define su origen desde la cultura popular tradicional.


  2. Otro asunto necesario de aclarar aquí, es que la iniciativa que se acaba de aprobar se asume mejor si es leída considerándola como una invitación a la administración municipal para adelantar los procedimientos correspondientes para que cada una de estas fiestas y festivales tengan en la agenda ejecutiva la iniciativa de adelantar los procedimientos de formular los Planes Especiales de Salvaguardia de cada una de estas festividades a través del Instituto de Cultura quienes por correspondencia e idoneidad creemos deberían liderar tales procesos. Solo será en este momento que las iniciativas propuestas puedan institucionalmente ser considerados como iniciativas patrimoniales en su rigor, una vez puedan cumplir con los criterios para poder integrar la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de carácter municipal.


  3. Corresponderá en este sentido con cada uno de estos procesos propuestos y posiblemente de forma particular, promover la formulación de los Planes Especiales de Salvaguardia, no solo procurando ofrecer mayores accesos a toda la población a cada una de estas manifestaciones, sino especialmente gestionando una agenda de acciones y proyectos orientados a garantizar la conservación, transmisión y apropiación por parte de sus portadores y el resto de la ciudadanía. Las políticas culturales deben reconocer la contribución esencial aportada por los creadores, en el caso de las fiestas. Esto implica justamente no solo encontrar garantías para la preservación y permanencia de las practicas que sustentan cada una de estas festividades, sino también encontrar mecanismos para luchar contra la exclusión, la marginación y asimismo de elaborar todos los procesos que favorezcan la democratización cultural de las mismas. Y particularmente, esta situación se convierte en un argumento más para viabilizar los dos festivales mencionados; Víboral Rock y Andanzas, siendo esta una razón más para su reconocimiento, y su evidente señalamiento y vulnerabilidad a ser considerados como iniciativas excepcionales y de solo una minoría, en apariencia poco representativa.


    Su apuesta por considerarse patrimoniales se propone justamente para incrementar la conciencia y la participación del pueblo y los organismos que toman decisiones de importancia, de tal forma que se tengan en cuenta los factores culturales y sociales que giran alrededor de las fiestas, en el proceso de un desarrollo duradero.


  4. La admisión de estas manifestaciones como culturales no las convierte necesariamente en sectoriales y menos excluyentes, sus características son integrales, que, contemplan a los festivales no sólo como un sector de actividad cultural, social y económica, sino que también las asume como una dimensión transversal que se interrelaciona con todos los demás sectores. No solo deberá involucrar la participación de representantes de la manifestación, sino vincular diferentes agentes interesados; creadores y actores; sus organizaciones como representantes de hoteles, agencias, empresas de transporte, bebidas y alimentos, incluyendo el ámbito cultural, de turismo, de desarrollo urbano y de empleo, y así. Debe traducirse en una asociación más estrecha para la elaboración y puesta en práctica de políticas culturales que estén integradas en las estrategias de potenciar cada festival como factor del desarrollo.


  5. La importancia de reconocer el patrimonio cultural inmaterial radica en salvaguardar y garantizar la transmisión del acervo de conocimientos y técnicas que participa esta práctica de generación en generación, la idea es la de la preservación de las culturas en el tiempo.  


    El logro de este objetivo requiere en su esencia, fortalecer diferentes procesos al interior del desarrollo de estas festividades, como la investigación, sistematización, formación, proyección y apropiación social de las mismas, posibilitar el diseño de instrumentos adecuados y eficaces para la ejecución de políticas de apoyo de dichas celebraciones, deben ser iniciativas pensadas para recuperar fragmentos que amenazan su olvido, a construir el lenguaje necesario al proyecto colectivo que en su conjunto apenas aparece esbozado a la fecha, y a frecuentar el dominio imaginario donde la comunidad se reconoce en estado de libertad a través de estas y la diversidad cultural que ofrecen como tradiciones y patrimonio festivo.

 

Este desarrollo cultural deberá en últimas, para que tenga sentido, promover ejercicios y compromisos relacionados y articulados entre los diferentes sectores y actores del territorio en la gestión, promoción y salvaguardia de estas fiestas y festivales para poder convertirlas en un patrimonio para todos.


 

[1] Acuerdo Municipal 006 del 13 de agosto de 2024 - "Por el cual se reconoce como manifestaciones del patrimonio cultural e inmaterial del municipio de El Carmen de Viboral, Fiestas de La Loza, Celebración del Día del Campesino, Festival Internacional de Teatro -El Gesto Noble-, Carnavalito de Música Andina y Latinoamericana, Festival Viboral Rock -Bandas y Cultura Rock-, Festival de Danzas -Andanzas- y Foro STOA.





Yeison Castro Trujillo

Vigía del patrimonio, El Carmen de Viboral



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